jueves, 21 de junio de 2018

Camino de Santiago 2010-2012. Etapa 22. Rabanal del Camino- Molina Seca (25 kms.)


Por primera vez en todo el Camino de Santiago, se ven las montañas que esconden Galicia al otro lado.
Es un momento importante. El peregrino contempla sus cimas en plano de igualdad, porque él también  está en lo más alto.
Abajo, casi en caída libre, aguarda Ponferrada, inicio de la hoya en la que se encuentra El Bierzo.

Este tramo, Rabanal del Camino-Ponferrada ( nosotros distribuimos el trayecto en dos partes por cuestiones de alojamiento, haciendo primero Rabanal-Molinaseca y al día siguiente  Molinaseca-Cacabelos), termina por atravesar el penúltimo gran obstáculo montañoso del Camino, superados ya los Pirineos y los Montes de Oca en Burgos.
Queda sólo el monte Irago y la ascensión a Galicia por el Cebreiro. Es un bonito recorrido.
También carismático, porque en él se encuentra la Cruz de Hierros (Cruz de Ferro), convertida en un símbolo de toda la ruta, ya que allí los peregrinos lanzan una piedra, como testimonio de su paso. Y ensoñador, porque ya se ve el tan ansiado punto donde espera Galicia.
De subida queda muy poco, nada más que el trecho que va de Rabanal a Foncebadón.
Después de alcanzar la cota de 1450 metros de altitud, el trayecto empieza a saltar de monte en monte recorriendo las cuerdas de los más bajos y transcurriendo por las laderas de los más altos.
Así llegamos al monte Irago, que es el punto más alto de todo el Camino de Santiago, con sus 1517 metros de altura.
El Camino avanza hacia occidente por las desabrigadas cimas, hecho que ocasiona que, en caso de mal tiempo, las inclemencias allí se acentúen. El rigor del verano también puede extremarse ante la carencia de agua. Hace tiempo que las fuentes se secaron, porque se surten principalmente de la nieve y ésta lleva mucho tiempo sin cuajar durante el invierno,

La etapa se presentaba por los desniveles a superar, algo dura. Además el espectáculo de ver amanecer en el Camino, girar el cuerpo ciento ochenta grados y ver aparecer en el horizonte el astro rey, es algo que no se puede ni se debe explicar. Hay que vivirlo.

Desde Rabanal hay un continuo ascenso hasta Foncebadón.

 Subiendo el monte de Rabanal.
En primer plano a la izquierda el camino, en el centro un abrevadero para el ganado
A la derecha dos puntos luminosos que indican la presencia de dos peregrinos con sus linternas, que nos siguen.
En el horizonte......el lucero del alba (Marte) anunciando el un nuevo día.

 Ejemplo de la flora autóctona de la zona de monte
Vista panorámica. A lo lejos Astorga..que ya dejamos arás.

Foncebadón lo tenemos enfrente. El ascenso, según el altímetro entre Rabanal y Foncebadón es de 290 metros en casi seis kilómetros.

 Foncebadón bañada por el sol del amanecer  de una mañana de junio.
El ganado vacuno pastando en primer plano en los abundantes pastizales.

Foncebadón es un pueblo arruinado  asentado sobre el monte Irago que tan solo sobrevive gracias a algún restaurante, varios albergues y el paso diario de los peregrinos.
Una cruz de madera da la bienvenida.
En el siglo X, Ramiro II de León convocó aquí un concilio y en el XI, un ermitaño del Bierzo llamado Gaucelmo construyó una alberguería.
El navarro Pascual Madoz relata en su diccionario estadístico de mediados del XIX que Foncebadón tenía iglesia parroquial de Santa María Magdalena servida por una cura de ingreso y libre de provisión.


 Llegamos a Foncebadón

 Panel informativo a la entrada

 Cruz de madera a la entrada de Foncebadón

Ya es pleno día. Dejamos Foncebadón por un suave camino que va ascendiendo junto a algún bosquete de repoblación que nos lleva hasta la Cruz de Ferro, situada a unos exactos 1500 metros de altitud.
No es más que una pequeña cruz de hierro aupada por un desproporcionado mástil de madera.
De espaldas a la cruz es tradición arrojar una piedra al montón ya levantado.
Un gesto calcado al que hacían los segadores gallegos cuando se desplazaban a Castilla para trabajar en los campos de cereal y también los arrieros y los pastores trashumantes.

 La Cruz de Ferro en lo alto del mástil

 En la base del mástil de la Cruz de Ferro

 Vista completa de la cruz .
Esta fotografía nos la hizo un militar coreano que con uniforme y equipación completa de campaña hacía el Camino desde Roncesvalles.

 Panorámica del enclave con la Cruz y montículo de piedras


Área de descanso habilitada en la Cruz de Ferro, en donde poder reponer fuerzas


 En segundo plano tras el montículo se aprecia la capilla consagrada a Santiago Apóstol y que se erigió en 1982.

He querido dejar como recuerdo y para que apreciéis la diferencia, las fotografías que nos hicieron cuando en 1994 debutábamos en el Camino junto a Juan José Linares, Pepe López y sus mujeres.
Si leen estos renglones, seguro que les vendrá al recuerdo una experiencia inolvidable.


En recuerdo de aquella travesía.

Desde aquí hay una continua bajada, escoltada la senda por bosquecillos de Serbales de Cazadores (Sorbus aucuparia), árbol caducifolio distinguible fácilmente por sus gruesos racimos de bayas rojas.

Montes de León....majestuosos.

Algo más de dos kilómetros desde la Cruz de Ferro, nos encontramos el refugio de Manjarín.
Es el albergue más peculiar del Camino de Santiago, gestionado por Tomás Martínez, el hospitalero templario y antiguo peregrino que sintió la llamada templaria durante una estancia en Ponferrada. Tras abandonar trabajo y vida personal, se embarcó al igual que hace siglos hacía la orden del Temple, en la servicial misión de custodiar el largo caminar hacia Santiago. Tomás rehabilitó una antigua escuela y en 1993 abrió un albergue de ambientación medieval, en el que los peregrinos no hallarán demasiadas comodidades ni lujo (no tiene baños ni duchas)  aunque sí un lugar con energía y poder descansar  y orar tres veces al día.  A lo largo de los años fue dándose a conocer por su costumbre de tocar una campana, vestido con túnica blanca y cruz roja al paso de los caminantes. 

Llegando a Manjarín

A las puertas del refugio de Manjarín, indicadores de distancias a distintos puntos del planeta.

Imagen de una virgen en el interior del refugio.

Tomás Martínez, el hospitalero.

Dejamos atrás Manjarín. Siete kilómetros más adelante nos encontramos El Acebo.
El recorrido  va casi siempre paralelo a la carretera y bien llaneando o incluso con algunos repechones, dejamos atrás la Base Militar de Transmisiones, situada bajo Peña Llabaya. Esta instalación fue abandonada en 1990.

Camino de El Acebo

Panorámica de la zona. 
Al fondo en el horizonte se aprecia una de las antenas de la Base Militar.

Tras un prolongado y peligroso descenso pedregoso llegamos a El Acebo, la primera localidad del Bierzo.
Juan Uría documenta que esta localidad estuvo libre de impuestos a cambio de colocar ochocientas estacas para indicar el camino a los viajeros.
El núcleo urbano está rodeado de piornos  y pastos.  Destaca por su arquitectura popular con tejados de pizarra que se puede apreciar desde el alto, antes de empezar a descender, como vemos en la fotografía que sigue.
La calle Real como en tantos otros lugares es la más importante. Atraviesa el pueblo de punta a punta y ni que decir tiene que es por donde trascurre la Ruta Jacobea.

Tejados de El Acebo.
Al fondo puede distinguirse Molinaseca, nuestro final de etapa.

Tronco de árbol a la entrada que se parece a la cabeza de un ciervo

Calle Real

Transitando por El Acebo

Edificaciones típicas de El Acebo

Detalle de la puerta de entrada a una vivienda

Casas antiguas en la calle Real




Lugareña asomada a la puerta contemplando el paso de los peregrinos.

Salimos de El Acebo. Hacía un sol de justicia.
Dejamos atrás El Acebo y tras transitar por la carretera durante un par de kilómetros, volvemos a tomar la senda paralela para llegar a Riego de Ambrós.

Cartel indicador de Riego de Ambros

Riego de Ambrós lo atravesamos en toda su longitud que es de más de seiscientos metros.
Situado a novecientos metros de altura es la estampa típica del pueblo del Bierzo, con su tejado de pizarra y su balconada de madera.

Entrada a Riego de Ambrós

Casas de Riego de Ambrós... unas en ruinas

Otra... restauradas
El tramo que va desde esta última población a Molinaseca, trascurre en su primera parte por pistas de pizarra peligrosas que muestran las huellas del agua con el paso de los siglos.
Hay que bajar con mucho cuidado para evitar lesiones. Ni que decir tiene que es un tramo prohibido para los bicigrinos que tienen que optar por el asfalto para llegar a Molinaseca.

Descenso peligroso

Detalle de la peligrosidad del tramo.

Tras una tortuosa bajada llegamos a una zona más llana que las piernas agradecen

Y si de agradecer se trata, nada como la sombra que proporcionan los inmensos y abundantes castaños que por allí hay,

Casi hemos llegado. Un par de kilómetros más y la etapa habrá concluido.
Los tejados de Molinaseca en el valle al fondo.

 La ruta alternativa para los bicigrinos
 Panorámica de Molinaseca

 Arroyo con el señalizador, casi a las puertas de Molinaseca

Punto de intersección del camino con el asfalto


Llegamos a Molinaseca.

Ante el panel indicador de Molinaseca. A la derecha al fondo la torre del Santuario de la Virgen de las Angustias.

A Molinaseca se accede por el puente románico sobre el río Meruelo, ya documentado en el S.XII y que encauza a los peregrinos hacia la Calle Real (como no), en donde se encontraba el Hospital de Peregrinos.
El puente tiene siete arcos.
Una particularidad del río en esta zona es que en tiempo de estío está habilitado como zona de baño y que según pudimos apreciar es muy utilizado.
Durante la Edad Media la villa perteneció al señorío de Ramiro Froilaz, sobrino de El Cid Campeador.
Es señorío posterior de la Molinaseca se lo repartieron la abadesa de Carrizo, el abad del Monasterio de Sandoval y el Obispo de Astorga.

Puente románico sobre el río Meruelo

Nuestro alojamiento en Molinaseca fue la denominada Casa Rural El Reloj, inmueble rehabilitado sobre una antigua casa señorial de la que dejamos algunas fotografías tanto de la fachada que da a la calle Real, como de uno de los laterales, así como de su interior.
Es de señalar que en ella se encuentra una muestra de la historia del conocido periodista, hoy tertuliano en varias emisoras de televisión y director del periodico digital "El periodista digital", Alfonso Rojo.
Gran cantidad de fotografías de su trayectoria como reportero de conflictos bélicos así como de libros de su biblioteca particular adornan la dependencia central de la que parten las habitaciones en la primera planta.
                                     
Vista lateral del inmueble

Fachada que da a la calle Real

Distintos ángulos de la zona de reunión y cocina.






Distintas vistas del pueblo, que puede darnos una idea de la forma de vida.









Si la entrada a Molinaseca se hace por el puente románico sobre el río Meruelo, la salida la efectuamos pasando junto a este crucéiro; pero eso será mañana...

                                                

Nota: con el final de la etapa 22 interrumpo el relato que estoy haciendo de la inolvidable experiencia que es recorrer el Camino de Santiago. No me gusta la expresión de "hacer El Camino".
Como me dijo un gallego, el Camino hace muchos siglos que está hecho. El peregrino no hace El Camino, hace "su" Camino.
Si Dios quiere, la crónica de las etapas que faltan, aún nos quedan más de 200 kms hasta llegar a Santiago de Compostela, la retomaré allá por el verano, cuando hayamos bajado de nuestro décimo recorrido por la Ruta Jacobea.
Y el motivo de la interrupción no es otro, que el trayecto que haremos este año partirá desde Ponferrada, que es la siguiente población importante después de Molinaseca (siguiente etapa) y del grupo que subimos, cinco personas, tres no lo han recorrido nunca.
No quisiera que estos relatos que seguirían y que describirían por donde hemos de pasar, sirvieran para quitarles a ellas el aliciente de lo desconocido.

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